Cerca de cumplir los 40, eres mi primera persona. La primera que se va a la que quiero de verdad, que me importa, que me duele. Eso es lo que realmente ha marcado tu marcha. Porque uno sabe que los abuelos se van y tú, con 93 años, y después de algunos avisos, no ibas a ser la excepción.
Me siento tranquila de que estuvieras acompañada de papá, de haberte dicho que te quería un par de semanas antes, cuando te felicité por tu cumpleaños, y de haber hablado contigo por videollamada dos veces en la última semana. De que estuvieras lúcida y de que te hayas ido rápido, sin apenas sufrir.
Estar separadas toda la vida por el mar, no ha impedido vernos en bastantes ocasiones, unas veces venías tú y otras nosotros. Me queda la espinita de no haberte visto una vez más. Hace algo menos de 2 años que te vi por última vez. En nuestros planes estaba venir de nuevo, pero no cuajó en los últimos meses, y ya en la situación de pandemia fue imposible. Ni siquiera pude ir a despedirte. Pero estarás conmigo siempre, vaya donde vaya.
Me hubiera gustado preguntarte tantas cosas de tu vida. Saber más de ti porque has sido para mí:
Un ejemplo de bondad. Nunca escuché una mala palabra salir de tu boca.
Un ejemplo de fortaleza, por todo lo que viviste y sufriste.
Un ejemplo de lucha, porque nunca te rendiste. Aún me dijiste que querías vivir un añito más. Un ejemplo de progreso. Te sacaste el carnet de conducir, aunque nunca llegaste a conducir. Llevaste pantalones toda la vida. Siempre salías arreglada con tus pendientes, tu peinado y tu toque de maquillaje.
Un ejemplo de emprendedora. Tuviste tu propio negocio, con hasta 25 personas a tu cargo.
Un ejemplo de modernidad. Tenías teléfono móvil, y hasta ordenador portátil.
Nunca faltaron palabras de amor en tu boca, ni comida en tu mesa. Y tu conocido “come, come” que tanto nos hacía reír.
Siempre te recordaré con el costurero a tu lado y la aguja, hilo y dedal en tu mano.
La última imagen que guardo de ti es el precioso azul de tus ojos, cuando te vi a través de la pantalla por última vez, que aún conservabas con 93 años y que nosotros heredamos para dar algunas pinceladas a los nuestros.
Eres mi primera pérdida importante. Y ha tenido que ser durante el confinamiento. Por la que mis hijos que me han visto llorar de verdad por primera vez y que han compartido conmigo desde la incredulidad y las lágrimas.
Gracias por formar parte de mi vida y enseñarme tantas cosas. Sigue guiándome en el camino.
Te quiero abuela.
Vanessa Ojeda
[…] abuela paterna por lo avanzada que fue a su época, por ser pionera en tanto, por emprender, por trabajar […]