No sabría definir en qué términos se mide la solidez de una relación de pareja pero sí sé que la llegada de un hijo pone a prueba su resistencia.
Supuestamente tener hijos nace de un deseo consensuado y durante el embarazo se viven muchas emociones que unen aún más a la pareja. Pero con la llegada del nuevo miembro de la familia afloran también sentimientos adversos. Mi sensación es que las mujeres vivimos la maternidad con amor, orgullo y mucho sacrificio, en cambio creo que hay hombres que albergan también otros sentimientos diferentes.
Bajo mi punto de vista algunos hombres interpretan la nueva situación como una pérdida de todas sus libertades y eso les lleva a retroceder en el tiempo deseando revivir su vida, buscando aficiones de debajo de las piedras para poder tomarse un respiro y hacer desaparecer la embriaguez de tanta responsabilidad. O tal vez se trata de buscar un momento de descarga de tensión y estrés generados por la nueva situación.
Para nosotras también pueden llegar a producirse cambios muy importantes; empezando por estar a total disposición de otro ser humano, abandonar nuestro trabajo y sacrificar muchos aspectos de la carrera profesional, además de sufrir algunas discriminaciones laborales por haber decidido ser madre. Y no sólo eso sino que algo cambia en nosotras a nivel humano y nos sumergimos en un mundo en el que a veces solo existimos el bebé y nosotras, generando algo parecido a un aislamiento.
En esos momentos tan difíciles es cuando necesitamos un apoyo total por parte de nuestra pareja, tanto a nivel personal como a nivel organizativo. Hay que dedicar mucho tiempo al bebé, hay muchas tareas por hacer, un alto índice de hormonas revolucionadas, una recuperación física por delante y algunas decisiones importantes que tomar. Además el tiempo para disfrutar en pareja y los momentos de intimidad se ven reducidos a la nada.
Es por todo ello que la relación de pareja puede verse seriamente afectada. Demasiados cambios, muchos sacrificios, elevado porcentaje de tensión y la sensación de que no damos abasto con nada. Sea como fuere si la pareja no tiene una base lo suficientemente sólida, la llegada del bebé, y todo lo que conlleva, puede llegar a crear un resquicio en la pareja, en ocasiones insalvable. Muchas son las parejas que al poco de ser padres, se separan.
Nosotros como pareja sufrimos los estragos de la paternidad y aún a veces se producen brechas. El peor momento lo vivimos el primer año de nuestro segundo hijo. La situación se complicó pues eran dos niños pequeños, muchas tareas y una dedicación exclusiva por mi parte. Y al papá le surgió un deseo desenfrenado de hacer deporte: ir en bicicleta, nadar y correr; que no sé yo si eran ganas de salir corriendo… Fueron momentos límites, de enfados y discusiones, distancia, soledad, incomprensión. La falta de descanso y de tiempo para uno mismo son como la pólvora. A la mínima hacen saltar la chispa.
Muchos gabinetes de crisis, negociaciones y reorganizaciones después la situación se fue suavizando y fuimos reconduciendo la relación. Pero sin duda eso se produjo porque el amor es la base de nuestra pareja. De no ser así, las probabilidades de haberlo superado hubieran sido escasas.
Vanessa Ojeda
[…] que somos padres. Y hemos pasado por las crisis más duras y prolongadas desde que estamos juntos (Crisis de paternidad). Y lo cuento porque muchas parejas también lo sufren, incluso algunas no lo superan. Pero casi […]