Tal día como hoy, hace 5 años, empecé a notar que llegaba tu hora de salir. Pensé que, al ser el segundo hijo, en pocas horas nacerías. Tenía prisa porque todo fuese rápido. Pero tú aun tenías que cocinarte un poquito más, a fuego lento. Necesitabas esperar a que fuese tu momento, a tu ritmo, tal y como eres tú.
Desde hace algunas semanas, casi 2 meses, te estoy atribuyendo 5 años de forma inconsciente. Tanto es así que el otro día lo escribí y todo.
Supongo que de alguna forma voy asumiendo que creces, príncep petitó.
La referencia de los 2 años que te aventaja tu hermano me empuja a pensar que cuando los cumple él, ya los tienes tú. De ahí esa idea desde hace casi 2 meses.
Te miro y sigo viendo en ti la inocencia, el descubrimiento, las grandes preguntas, las historias imaginadas, la curiosidad por lo que realmente te interesa.
Has empezado a hacer dibujos y escribir palabras con delicadeza y cuidado, regalándonos esos garabatos que tanto ansiábamos ver.
Me sorprendes mostrándote tan valiente y seguro tanto cuando te caes como cuando le plantas cara a otros niños que casi duplican tu tamaño.
Has dejado de agarrarte a mi pierna para unirte a la fila por las mañanas en el colegio.
Disfrutas investigando, viendo y jugando con aviones, helicópteros, camiones, coches o hidroaviones.
Te encanta nadar e ir en bici y te atreves incluso a intentar patinar. Sin miedo. Sin dudas.
Aún me coges de la mano pero sé que te estás preparando para soltarla.
Por encima de todo lo demás aportas a nuestras vidas cariño, delicadeza, calma y tranquilidad. Nos sirves de guía cada vez que perdemos el norte.
Sigue riendo Ernest, creciendo, imaginando, jugando y madurando hasta que los 5 también se queden atrás. Gracias por llegar a nuestras vidas cuando el sol se ponía, un 27 de octubre de hace 5 años.
Te queremos.
Vanessa Ojeda
Deja una respuesta